27-10-2020, 06:50 PM
(Última modificación: 25-12-2020, 07:52 AM por Editorial.
Razón: Edición SEO
)
Introducción:
Para comenzar, citaremos varios números del Catecismo de la Iglesia Católica, respecto de esta temática:
El Purgatorio
1030
Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo.
1031
La Iglesia llama Purgatorio a esta purificación final de los elegidos que es completamente distinta del castigo de los condenados. La Iglesia ha formulado la doctrina de la fe relativa al Purgatorio sobre todo en los Concilios de Florencia (cf. DS 1304) y de Trento (cf. DS 1820: 1580). La tradición de la Iglesia, haciendo referencia a ciertos textos de la Escritura (por ejemplo 1Co 3:15; 1P 1, 7) habla de un fuego purificador:
Respecto a ciertas faltas ligeras, es necesario creer que, antes del juicio, existe un fuego purificador, según lo que afirma Aquél que es la Verdad, al decir que si alguno ha pronunciado una blasfemia contra el Espíritu Santo, esto no le será perdonado ni en este siglo, ni en el futuro (Mat 12:31). En esta frase podemos entender que algunas faltas pueden ser perdonadas en este siglo, pero otras en el siglo futuro (San Gregorio Magno, dial. 4, 39).
1032
Esta enseñanza se apoya también en la práctica de la oración por los difuntos, de la que ya habla la Escritura: "Por eso mandó [Judas Macabeo] hacer este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberados del pecado" (2M 12, 46). Desde los primeros tiempos, la Iglesia ha honrado la memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragios en su favor, en particular el sacrificio eucarístico (cf. DS 856), para que, una vez purificados, puedan llegar a la visión beatífica de Dios. La Iglesia también recomienda las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia en favor de los difuntos:
Llevémosles socorros y hagamos su conmemoración. Si los hijos de Job fueron purificados por el sacrificio de su Padre (cf. Job 1:5), ¿por qué habríamos de dudar de que nuestras ofrendas por los muertos les lleven un cierto consuelo? No dudemos, pues, en socorrer a los que han partido y en ofrecer nuestras plegarias por ellos (San Juan Crisóstomo, hom. in 1Co 41:5).
El infierno
1033
Salvo que elijamos libremente amarle no podemos estar unidos con Dios. Pero no podemos amar a Dios si pecamos gravemente contra El, contra nuestro prójimo o contra nosotros mismos: "Quien no ama permanece en la muerte. Todo el que aborrece a su hermano es un asesino; y sabéis que ningún asesino tiene vida eterna permanente en él" (1Jn 3:15). Nuestro Señor nos advierte que estaremos separados de El si no omitimos socorrer las necesidades graves de los pobres y de los pequeños que son sus hermanos (cf. Mat 25:31-46). Morir en pecado mortal sin estar arrepentido ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de El para siempre por nuestra propia y libre elección. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra "infierno".
1034
Jesús habla con frecuencia de la "gehenna" y del "fuego que nunca se apaga" (cf. Mat 5:22-29; Mat 13:42-50; Mar 9:43-48) reservado a los que, hasta el fin de su vida rehusan creer y convertirse , y donde se puede perder a la vez el alma y el cuerpo (cf. Mat 10:28). Jesús anuncia en términos graves que "enviará a sus ángeles que recogerán a todos los autores de iniquidad..., y los arrojarán al horno ardiendo" ( Mat 13:41-42), y que pronunciará la condenación:" ¡Alejaos de Mí malditos al fuego eterno!" ( Mat 25:41).
1035
La enseñanza de la Iglesia afirma la existencia del infierno y su eternidad. Las almas de los que mueren en estado de pecado mortal descienden a los infiernos inmediatamente después de la muerte y allí sufren las penas del infierno, "el fuego eterno" (cf. DS 76; 409; 411; 801; 858; 1002; 1351; 1575; SPF 12). La pena principal del infierno consiste en la separación eterna de Dios en quien únicamente puede tener el hombre la vida y la felicidad para las que ha sido creado y a las que aspira.
1036
Las afirmaciones de la Escritura y las enseñanzas de la Iglesia a propósito del infierno son un llamamiento a la responsabilidad con la que el hombre debe usar de su libertad en relación con su destino eterno. Constituyen al mismo tiempo un llamamiento apremiante a la conversión: "Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la puerta y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y pocos son los que la encuentran" ( Mat 7:13-14) :
Como no sabemos ni el día ni la hora, es necesario, según el consejo del Señor, estar continuamente en vela. Así, terminada la única carrera que es nuestra vida en la tierra, mereceremos entrar con él en la boda y ser contados entre los santos y no nos mandarán ir, como siervos malos y perezosos, al fuego eterno, a las tinieblas exteriores, donde `habrá llanto y rechinar de dientes' (LG 48).
1037
Dios no predestina a nadie a ir al infierno (cf DS 397; 1567); para que eso suceda es necesaria una aversión voluntaria a Dios (un pecado mortal), y persistir en él hasta el final. En la liturgia eucarística y en las plegari as diarias de los fieles, la Iglesia implora la misericordia de Dios, que "quiere que nadie perezca, sino que todos lleguen a la conversión" (2P 3, 9):
Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa, ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos (MR Canon Romano 88)
Comentarios finales de esta Editorial:
Mat 5:20 «Porque os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos.
Mat 5:21 «Habéis oído que se dijo a los antepasados: No matarás; y aquel que mate será reo ante el tribunal.
Mat 5:22 Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano "imbécil", será reo ante el Sanedrín; y el que le llame "renegado", será reo de la gehenna de fuego.
Mat 5:23 Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti,
Mat 5:24 deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda.
Mat 5:25 Ponte enseguida a buenas con tu adversario mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel.
Mat 5:26 Yo te aseguro: no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo.
Así como en el Catecismo de la Iglesia Católica, describe el purgatorio como un "fuego purificador", pues es lo que es, un estado en el que luego de una purificación se alcanza el Cielo, Cristo le llama cárcel también.
El pasaje de Mateo 5, en realidad tiene una gravedad mayor a la que se suele dar cuando se explica, pues comienza con el mandamiento de "No matarás" aclarando una perspectiva que ya se encontraba en realidad en el Antiguo Testamento, que el mandamiento del no matarás implica también el dar falsa doctrina, pues de esta forma, se encuentra posiblemente, el prójimo con una muerte espiritual.
Vemos en el versículo 22 que quien llame "imbécil" al prójimo, esto implica que si uno está diciendo las verdades del Evangelio y la otra parte dice que es una tontería la verdad, será reo ante el Sanedrín (será susceptible de una pena), y quien llame "renegado" al prójimo y esto implica la blasfemia contra el Espíritu Santo, porque en el mismo caso, se dicen las verdades del Evangelio y la otra persona dice que es una herejía y está negando al Espíritu Santo, éste es reo de la condenación eterna.
Este pasaje concluye con que si hay un conflicto con un hermano, hay que reconciliarse con él. Prosiguiendo con que no sea cosa que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel.
Ahora bien, ¿Cuál es ese adversario? Podremos decir que si usted es creyente, sabrá que estamos hablando principalmente de cuestiones doctrinales, por lo tanto, quien le ha predicado falsa doctrina, alejándole de Dios, es su adversario, si el lector es creyón o crayón, no lo sabemos, creerá que sólo refiere a las disputas diarias y queda remitido sólo a ello.
La cárcel, es ese fuego purificador, un lugar en el que la sentencia del juez fue dictaminada para que el reo vaya ahi, hasta pagar TODAS sus penas. Que, a diferencia del fuego eterno, es decir, el infierno, una vez pasado ese fuego purificador en la cárcel, se va al Cielo. ¿Puede ocurrir que una persona diga "No me voy a quedar en el fuego purificador más tiempo, y me quedan penas pendientes" ? Si, la consecuencia de ello es el fuego eterno, porque no se ha pagado hasta la última pena previo a ir al Cielo.
Ante la pregunta ¿Es distinto el purgatorio que el infierno? La respuesta consecuentemente será que si, aunque en el fuego purificador aún no se alcance la gloria (Luc 9, 30-31), y hay al menos algún tipo de contención, que en el infierno, no hay.
Acompañaremos estos comentarios finales con los siguientes pasajes:
Mat 10:28 «Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a Aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna.
Cristo está citando el siguiente pasaje (por esta cuestión ya se encontraba en el Antiguo Testamento la enseñanza de Mat 5, 21):
Sab 16:14 El hombre, en cambio, puede matar por su maldad, pero no hacer tornar al espíritu que se fue, ni liberar al alma ya acogida en el Hades.
Sab 16:15 Es imposible escapar de tu mano.
Sab 16:16 Los impíos que rehusaban conocerte fueron fustigados por la fuerza de tu brazo; lluvias insólitas, granizadas, aguaceros implacables los persigueron y el fuego los devoró.
Sab 16:17 Y lo más extraño era que con el agua, que todo lo apaga, el fuego cobraba una violencia mayor. El universo, en efecto, combate en favor de los justos.
Sab 16:18 Las llamas unas veces se amansaban para no consumir a los animales enviados contra los impíos, y darles a entender, por lo que veían, que el juicio de Dios les hostigaba;
Sab 16:19 pero otras, aun en medio de las aguas, abrasaban con fuerza superior a la del fuego para destruir las cosechas de una tierra inicua.
Sab 16:20 A tu pueblo, por el contrario, le alimentaste con manjar de ángeles; les suministraste, sin cesar desde el cielo un pan ya preparado que podía brindar todas las delicias y satisfacer todos los gustos.
Aclaratoria: Siendo Sab 16, 20, el maná caído del cielo, que toma gusto de aquel que lo consuma (Juan 6, "Yo soy el verdadero pan de vida"). Refiere a la Eucaristía.
1Jn 2:18 Hijos míos, es la última hora. Habéis oído que iba a venir un Anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido, por lo cual nos damos cuenta que es ya la última hora.
1Jn 2:19 Salieron de entre nosotros; pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para poner de manifiesto que no todos son de los nuestros.
A modo de conclusión, sólo podemos advertir: Cuidado con tu adversario, pues son muchos y SALIERON DE ENTRE NOSOTROS. No sea cosa que el lector se encuentre en la iglesia incorrecta, y se encuentre con penas por pagar.
Para comenzar, citaremos varios números del Catecismo de la Iglesia Católica, respecto de esta temática:
El Purgatorio
1030
Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo.
1031
La Iglesia llama Purgatorio a esta purificación final de los elegidos que es completamente distinta del castigo de los condenados. La Iglesia ha formulado la doctrina de la fe relativa al Purgatorio sobre todo en los Concilios de Florencia (cf. DS 1304) y de Trento (cf. DS 1820: 1580). La tradición de la Iglesia, haciendo referencia a ciertos textos de la Escritura (por ejemplo 1Co 3:15; 1P 1, 7) habla de un fuego purificador:
Respecto a ciertas faltas ligeras, es necesario creer que, antes del juicio, existe un fuego purificador, según lo que afirma Aquél que es la Verdad, al decir que si alguno ha pronunciado una blasfemia contra el Espíritu Santo, esto no le será perdonado ni en este siglo, ni en el futuro (Mat 12:31). En esta frase podemos entender que algunas faltas pueden ser perdonadas en este siglo, pero otras en el siglo futuro (San Gregorio Magno, dial. 4, 39).
1032
Esta enseñanza se apoya también en la práctica de la oración por los difuntos, de la que ya habla la Escritura: "Por eso mandó [Judas Macabeo] hacer este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberados del pecado" (2M 12, 46). Desde los primeros tiempos, la Iglesia ha honrado la memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragios en su favor, en particular el sacrificio eucarístico (cf. DS 856), para que, una vez purificados, puedan llegar a la visión beatífica de Dios. La Iglesia también recomienda las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia en favor de los difuntos:
Llevémosles socorros y hagamos su conmemoración. Si los hijos de Job fueron purificados por el sacrificio de su Padre (cf. Job 1:5), ¿por qué habríamos de dudar de que nuestras ofrendas por los muertos les lleven un cierto consuelo? No dudemos, pues, en socorrer a los que han partido y en ofrecer nuestras plegarias por ellos (San Juan Crisóstomo, hom. in 1Co 41:5).
El infierno
1033
Salvo que elijamos libremente amarle no podemos estar unidos con Dios. Pero no podemos amar a Dios si pecamos gravemente contra El, contra nuestro prójimo o contra nosotros mismos: "Quien no ama permanece en la muerte. Todo el que aborrece a su hermano es un asesino; y sabéis que ningún asesino tiene vida eterna permanente en él" (1Jn 3:15). Nuestro Señor nos advierte que estaremos separados de El si no omitimos socorrer las necesidades graves de los pobres y de los pequeños que son sus hermanos (cf. Mat 25:31-46). Morir en pecado mortal sin estar arrepentido ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de El para siempre por nuestra propia y libre elección. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra "infierno".
1034
Jesús habla con frecuencia de la "gehenna" y del "fuego que nunca se apaga" (cf. Mat 5:22-29; Mat 13:42-50; Mar 9:43-48) reservado a los que, hasta el fin de su vida rehusan creer y convertirse , y donde se puede perder a la vez el alma y el cuerpo (cf. Mat 10:28). Jesús anuncia en términos graves que "enviará a sus ángeles que recogerán a todos los autores de iniquidad..., y los arrojarán al horno ardiendo" ( Mat 13:41-42), y que pronunciará la condenación:" ¡Alejaos de Mí malditos al fuego eterno!" ( Mat 25:41).
1035
La enseñanza de la Iglesia afirma la existencia del infierno y su eternidad. Las almas de los que mueren en estado de pecado mortal descienden a los infiernos inmediatamente después de la muerte y allí sufren las penas del infierno, "el fuego eterno" (cf. DS 76; 409; 411; 801; 858; 1002; 1351; 1575; SPF 12). La pena principal del infierno consiste en la separación eterna de Dios en quien únicamente puede tener el hombre la vida y la felicidad para las que ha sido creado y a las que aspira.
1036
Las afirmaciones de la Escritura y las enseñanzas de la Iglesia a propósito del infierno son un llamamiento a la responsabilidad con la que el hombre debe usar de su libertad en relación con su destino eterno. Constituyen al mismo tiempo un llamamiento apremiante a la conversión: "Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la puerta y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y pocos son los que la encuentran" ( Mat 7:13-14) :
Como no sabemos ni el día ni la hora, es necesario, según el consejo del Señor, estar continuamente en vela. Así, terminada la única carrera que es nuestra vida en la tierra, mereceremos entrar con él en la boda y ser contados entre los santos y no nos mandarán ir, como siervos malos y perezosos, al fuego eterno, a las tinieblas exteriores, donde `habrá llanto y rechinar de dientes' (LG 48).
1037
Dios no predestina a nadie a ir al infierno (cf DS 397; 1567); para que eso suceda es necesaria una aversión voluntaria a Dios (un pecado mortal), y persistir en él hasta el final. En la liturgia eucarística y en las plegari as diarias de los fieles, la Iglesia implora la misericordia de Dios, que "quiere que nadie perezca, sino que todos lleguen a la conversión" (2P 3, 9):
Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa, ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos (MR Canon Romano 88)
Comentarios finales de esta Editorial:
Mat 5:20 «Porque os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos.
Mat 5:21 «Habéis oído que se dijo a los antepasados: No matarás; y aquel que mate será reo ante el tribunal.
Mat 5:22 Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano "imbécil", será reo ante el Sanedrín; y el que le llame "renegado", será reo de la gehenna de fuego.
Mat 5:23 Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti,
Mat 5:24 deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda.
Mat 5:25 Ponte enseguida a buenas con tu adversario mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel.
Mat 5:26 Yo te aseguro: no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo.
Así como en el Catecismo de la Iglesia Católica, describe el purgatorio como un "fuego purificador", pues es lo que es, un estado en el que luego de una purificación se alcanza el Cielo, Cristo le llama cárcel también.
El pasaje de Mateo 5, en realidad tiene una gravedad mayor a la que se suele dar cuando se explica, pues comienza con el mandamiento de "No matarás" aclarando una perspectiva que ya se encontraba en realidad en el Antiguo Testamento, que el mandamiento del no matarás implica también el dar falsa doctrina, pues de esta forma, se encuentra posiblemente, el prójimo con una muerte espiritual.
Vemos en el versículo 22 que quien llame "imbécil" al prójimo, esto implica que si uno está diciendo las verdades del Evangelio y la otra parte dice que es una tontería la verdad, será reo ante el Sanedrín (será susceptible de una pena), y quien llame "renegado" al prójimo y esto implica la blasfemia contra el Espíritu Santo, porque en el mismo caso, se dicen las verdades del Evangelio y la otra persona dice que es una herejía y está negando al Espíritu Santo, éste es reo de la condenación eterna.
Este pasaje concluye con que si hay un conflicto con un hermano, hay que reconciliarse con él. Prosiguiendo con que no sea cosa que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel.
Ahora bien, ¿Cuál es ese adversario? Podremos decir que si usted es creyente, sabrá que estamos hablando principalmente de cuestiones doctrinales, por lo tanto, quien le ha predicado falsa doctrina, alejándole de Dios, es su adversario, si el lector es creyón o crayón, no lo sabemos, creerá que sólo refiere a las disputas diarias y queda remitido sólo a ello.
La cárcel, es ese fuego purificador, un lugar en el que la sentencia del juez fue dictaminada para que el reo vaya ahi, hasta pagar TODAS sus penas. Que, a diferencia del fuego eterno, es decir, el infierno, una vez pasado ese fuego purificador en la cárcel, se va al Cielo. ¿Puede ocurrir que una persona diga "No me voy a quedar en el fuego purificador más tiempo, y me quedan penas pendientes" ? Si, la consecuencia de ello es el fuego eterno, porque no se ha pagado hasta la última pena previo a ir al Cielo.
Ante la pregunta ¿Es distinto el purgatorio que el infierno? La respuesta consecuentemente será que si, aunque en el fuego purificador aún no se alcance la gloria (Luc 9, 30-31), y hay al menos algún tipo de contención, que en el infierno, no hay.
Acompañaremos estos comentarios finales con los siguientes pasajes:
Mat 10:28 «Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a Aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna.
Cristo está citando el siguiente pasaje (por esta cuestión ya se encontraba en el Antiguo Testamento la enseñanza de Mat 5, 21):
Sab 16:14 El hombre, en cambio, puede matar por su maldad, pero no hacer tornar al espíritu que se fue, ni liberar al alma ya acogida en el Hades.
Sab 16:15 Es imposible escapar de tu mano.
Sab 16:16 Los impíos que rehusaban conocerte fueron fustigados por la fuerza de tu brazo; lluvias insólitas, granizadas, aguaceros implacables los persigueron y el fuego los devoró.
Sab 16:17 Y lo más extraño era que con el agua, que todo lo apaga, el fuego cobraba una violencia mayor. El universo, en efecto, combate en favor de los justos.
Sab 16:18 Las llamas unas veces se amansaban para no consumir a los animales enviados contra los impíos, y darles a entender, por lo que veían, que el juicio de Dios les hostigaba;
Sab 16:19 pero otras, aun en medio de las aguas, abrasaban con fuerza superior a la del fuego para destruir las cosechas de una tierra inicua.
Sab 16:20 A tu pueblo, por el contrario, le alimentaste con manjar de ángeles; les suministraste, sin cesar desde el cielo un pan ya preparado que podía brindar todas las delicias y satisfacer todos los gustos.
Aclaratoria: Siendo Sab 16, 20, el maná caído del cielo, que toma gusto de aquel que lo consuma (Juan 6, "Yo soy el verdadero pan de vida"). Refiere a la Eucaristía.
1Jn 2:18 Hijos míos, es la última hora. Habéis oído que iba a venir un Anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido, por lo cual nos damos cuenta que es ya la última hora.
1Jn 2:19 Salieron de entre nosotros; pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para poner de manifiesto que no todos son de los nuestros.
A modo de conclusión, sólo podemos advertir: Cuidado con tu adversario, pues son muchos y SALIERON DE ENTRE NOSOTROS. No sea cosa que el lector se encuentre en la iglesia incorrecta, y se encuentre con penas por pagar.