08-10-2021, 11:57 AM
La mujer, para el hombre, resulta fascinante. "¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne!". El primer canto de amor de la Humanidad, reflejado en el capítulo 2 del Génesis, revela sorpresa y admiración. El hombre, que por sí solo no pudo encontrar en la Creación una "ayuda adecuada", halla a la mujer sin buscarla, después de que Dios la ponga ante él. Es consciente, por tanto, de que se encuentra ante un ser al que no puede dominar; semejante a él, pero profundamente diferente y que le es complementario. Ahora, por fin, puede realizarse. Ahora, por fin, puede llevar a cabo su misión esponsal. Ahora, por fin, podrá ejecutar en el ámbito de la Creación aquello para lo que fue creado: el amor.
¿Por qué hablar de la mujer? ¿Es que no se ha hablado ya bastante?
Pues sí, se ha hablado y escrito mucho sobre la mujer, pero la feminidad sigue siendo una gran desconocida. Y de ese desconocimiento, que se da incluso entre los creyentes cristianos conocedores de las Sagradas Escrituras, se derivan incomprensiones respecto a la misión específica de la mujer y su papel dentro de la Iglesia, de la familia y de la sociedad. Y eso se percibe de forma clara cuando se toma contacto con los fieles de tantas parroquias, tantos grupos eclesiales, tantos movimientos y comunidades...
Tenemos un tesoro en las Escrituras, la Tradición y el Magisterio. Tesoro muchas veces guardado en un cajón y lamentablemente olvidado. Te invitamos a escuchar estos vídeos como forma de ir sacando poco a poco las joyas que, sin saberlo, puedes tener guardadas en tu propia casa.
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