25-09-2020, 12:09 AM
(Última modificación: 03-11-2020, 09:26 AM por Editorial.
Razón: Edición SEO
)
Nos salvamos por la Fe
Introducción
La Fe salva, si, pero ¿En qué consiste la Fe? Eso es lo que veremos a continuación, a fin de hacer las salvedades pertinentes a esta frase para que no hayan malos entendidos mediante preguntas reflexivas.
Somos salvos por la gracia de Cristo
Esta frase es un buen resumen del concepto que enmarca al capítulo 1 de Efesios.
No podemos salvarnos a nosotros mismos, sino que es Cristo que así lo dispone. Vemos este concepto en Mat 19, 23-26; Mar 10, 25-27 y Luc 18, 24-27 en los cuales difieren un poco las palabras utilizadas pero el concepto dado por Jesús es el mismo. Se trata de 2 testigos directos y 1 testigo que fue catequizado (San Lucas no estuvo en tiempos de Cristo como su apóstol sino que lo han instruido en la Fe y escribió su catequización en su libro). Las diferencias en las palabras utilizadas por los testigos directos realzan la verdad de los dichos en la Biblia, pues los recuerdos y percepciones de cada testigo puede variar un poco pero el “ángulo” que se relata es el mismo, una misma idea del hecho (sucede también en los casos judiciales).
El problema es ¿Quién es el rico? ¿Quién es el pobre? Pues a lo que se refería Cristo era del joven rico, que cuando Cristo le dijo que vendiera todos sus bienes y lo siguiera se puso triste y se fue.
Pero ¿Cuáles eran esos bienes que tenía el rico? Veremos que sus bienes eran muchos: Cumplía los mandamientos que la Ley marcaba. Y ¿Cuál era su error? Cristo le dijo que vendiera todos sus bienes y se los diera a los pobres; en otras palabras decirle a otras personas qué es lo que hacía para que sean salvo, anunciar el evangelio es lo que no hacía. A algunos se ve que les cuesta hacer esto por ser demasiado ricos, no quieren compartir sus bienes comportándose como tales. Pues no obedeciendo a Dios en su totalidad, hacen lo que quieren, entonces son tan ricos que Dios no les hace falta. Por este motivo Dios los despide vacíos a los ricos (Luc 1, 53).
La Fe no consiste sólo en obrar en el marco de la Ley ni sólo decir “creo en Cristo y me salvo” (sólo por decir “Si, ahi está”). Pues ya por el hecho de la Ley, tenemos un mandamiento que dice NO MATARÁS, habiendo gente que mata sin quitar la vida en forma tangible a la realidad de los ojos humanos, pero sí espiritualmente, pues matan en la Fe, así como la serpiente es el primer homicida (Jn 8, 44).
Con otro problema nos encontramos cuando escuchamos que sólo por creer (decir “sí, Cristo ha venido” a secas) ya estamos salvos, basándose en Jn 3:16-21 “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios.
Y el juicio está en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.
Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras.
Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios.»”
Pues para creer y guardar la Palabra hay que anunciarla de la forma más correcta posible, evitando grandes omisiones. Es decir, que debe sumar más de lo que resta lo que anunciamos. La pregunta será entonces ¿Por qué? Porque en Apo 22, 18-19 tenemos: “Yo advierto a todo el que escuche las palabras proféticas de este libro: «Si alguno añade algo sobre esto, Dios echará sobre él las plagas que se describen en este libro.
Y si alguno quita algo a las palabras de este libro profético, Dios le quitará su parte en el árbol de la Vida y en la Ciudad Santa, que se describen en este libro.»”. Es decir que el que agrega o quita contenido a la Biblia sólo agrega o quita para su condenación; por lo que debemos informarnos previamente de lo que vamos a transmitir a fin de evitar un daño mayor al bien que podemos generar (1Jn 3, 19) . Esto no debe generar un dilema en base a que si uno se expresa en cuestiones de Dios, sólo nos estamos condenando a nosotros mismos, pues la anunciación de la Palabra no funciona así. Lo que está en un solo libro de la Biblia es complementario con los demás libros afortunadamente. Pues así también funciona la Iglesia que Cristo fundó. Es decir, la Palabra de Dios fue escrita por varios hombres inspirados por Dios, dando verdades en cada libro que no fueron totales, sino que se van complementando un libro con otro. Por eso mismo, no se deben tener los conceptos aislados como verdades totales. De esta forma, podremos ver que tenemos Stg 5, 19-20 “Si alguno de vosotros, hermanos míos, se desvía de la verdad y otro le convierte, sepa que el que convierte a un pecador de su camino desviado, salvará su alma de la muerte y cubrirá multitud de pecados.”
En otras palabras podemos reafirmar lo siguiente: Lo que uno transmite (agregando o quitando) si ésto es cercano a la VERDAD (acerca a Dios) podemos salvar nuestra alma; de lo contrario, si alejamos a la gente de Dios, y esto sucede agregando o quitando diciendo cuestiones fuera de la VERDAD, nos estaremos condenando.
Es por ello, que debemos hallar LA VERDAD primero para poder transmitirla a los demás de la forma más fiel posible. Y la verdad se encuentra en una sola Iglesia (1Ti 3, 14-15: “Te escribo estas cosas con la esperanza de ir pronto donde ti; pero si tardo, para que sepas cómo hay que portarse en la casa de Dios, que es la Iglesia de Dios vivo, columna y fundamento de la verdad.”). Ahora bien, si hay una sola Iglesia del Dios vivo, columna y base de la verdad, ésta debe haber perdurado en el tiempo, pues el mismo Gamaliel, quien instruyó a Pablo que sabe mucho más que yo, dice en Hch 5, 35-39: “y les dijo: «Israelitas, mirad bien lo que vais a hacer con estos hombres.
Porque hace algún tiempo se levantó Teudas, que pretendía ser alguien y que reunió a su alrededor unos cuatrocientos hombres; fue muerto y todos los que le seguían se disgregaron y quedaron en nada.
Después de éste, en los días del empadronamiento, se levantó Judas el Galileo, que arrastró al pueblo en pos de sí; también éste pereció y todos los que le habían seguido se dispersaron.
Os digo, pues, ahora: desentendeos de estos hombres y dejadlos. Porque si esta idea o esta obra es de los hombres, se destruirá;pero si es de Dios, no conseguiréis destruirles. No sea que os encontréis luchando contra Dios.» Y aceptaron su parecer.”. Entonces por esta causa, la Iglesia de Cristo tiene que tener 2000 años de edad, pues si Cristo es Dios, entonces la Iglesia que fundó perduró en todo este tiempo. Si decimos que una Iglesia es la verdadera teniendo 200 años a lo más, es porque estaremos diciendo que Cristo, no era Dios consecuentemente. Por eso mismo, el lector deberá cerciorarse de la antigüedad de la Iglesia a la que pertenece, pues es un detalle no menos que MUY IMPORTANTE para determinar si se encuentra en la verdad o en la mentira. Para que con ello, pueda llevar la Palabra de Dios de la forma más correcta posible, acercando a la gente a Dios, y no alejándola con mentiras y fábulas judáicas (1Ti 1, 13-16).
Veremos en Mat 12, 28-33 que Cristo resume todos los mandamientos en sólo dos: Amarás a Dios por sobre todas las cosas y Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Podremos preguntarnos ahora ¿Cómo se unen estos dos mandamientos a su vez, es posible? La respuesta sería la siguiente: anunciando la Palabra de Dios (vender todos los bienes que uno tiene para dárselo a los pobres) de forma correcta, se estará amando a Dios por cumplir su mandato y se estará amando al prójimo por reprenderle si está desviado (pues no hay amor sin reprensión para que se enmiende) y le incrementará su saber si no lo estuviera, de esta forma somos salvos.
¿Este nuevo resumen lo dice una persona o está en la Biblia? La respuesta es que está en la Biblia. Pues el mismo San Rafael, fue enviado por Dios para decir estas palabras: (Tob 12, 6-11) “Entonces Rafael llevó aparte a los dos y les dijo: «Bendecid a Dios y proclamad ante todos los vivientes los bienes que os ha concedido, para bendecir y cantar su Nombre. Manifestad a todos los hombres las acciones de Dios, dignas de honra, y no seáis remisos en confesarle.
Bueno es mantener oculto el secreto del rey y también es bueno proclamar y publicar las obras gloriosas de Dios. Practicad el bien y no tropezaréis con el mal.
«Buena es la oración con ayuno; y mejor es la limosna con justicia que la riqueza con iniquidad. Mejor es hacer limosna que atesorar oro.
La limosna libra de la muerte y purifica de todo pecado. Los limosneros tendrán larga vida.
Los pecadores e inicuos son enemigos de su propia vida.
«Os voy a decir toda la verdad, sin ocultaros nada. Ya os he manifestado que es bueno mantener oculto el secreto del rey y que también es bueno publicar las obras gloriosas de Dios.” y también se encuentra en Sal 92, 14-15
La limosna no necesariamente es darle dinero a aquel que lo pide, eso está bien, pero también refiere a los pequeños aportes para llevar la Palabra de Dios, pues libra de la muerte y purifica de todo pecado. Y si lo dice Rafael, al menos de mi parte le haré caso, pues quien no le hace caso, no sólo a Rafael se le desobedece sino a quien lo ha enviado.
Conclusiones:
1) Anunciando de forma correcta la Palabra de Dios se tienen menos en cuenta los pecados y se cumple con toda la Ley, pues lo que anunciamos, necesariamente debemos hacerlo también nosotros por predicar con el ejemplo, instrucción dada por Cristo y muy dura de entendimiento para algunos (Jn 13. 14-19).
2) Podemos corroborar que la fe sin obras es una fe muerta leyendo Santiago capítulo 2, donde se explica esta cuestión con otras palabras.
3) Tener presente que anunciar la palabra equivocada sólo lleva a agregar o quitar para nuestra propia condenación, por lo que debemos buscar primero cual es la VERDADERA PALABRA.
4) Tener presente, a su vez, que si Cristo fundó una Iglesia, la misma con toda su estructura debe haber perdurado en el tiempo, y que EN ELLA ESTÁ LA VERDAD.
5) Teniendo en cuenta el punto anterior, no hay que asustarse con escándalos que pudieran haber en la Iglesia que Cristo fundó, pues aunque haya que combatir las cuestiones que sean malignas, ÉSTAS TAMBIÉN SON PARTE DE LA VERDAD PORQUE NO SE OCULTAN. De hecho, en la Biblia también hay múltiples casos de escándalos y no fueron omitidos en la misma en sus relatos: El escándalo de las críticas de los recursos del Vaticano: Jn 12, 4-6 (no, no le interesaban los pobres). También personas que cercanas a la Iglesia combaten sus principios fundamentales 2Ti 4, 14-18; o que se menosprecie la juventud dentro de la misma (1Ti 4, 10-16), entre otras cuestiones.
6) Debemos tener presente que al momento de anunciar el Evangelio nosotros no convertimos a nadie, simplemente endurecemos corazones y los dejamos ciegos (Is 6 completo), pues es el Señor quien eventualmente se encarga después si así lo dispone (Jdt 8, 27; 2Pe 1, 19; Efe 1, 17-18 entre otros). Simplemente nos toca hacer la advertencia y hasta ahí se acabó nuestras responsabilidades (Eze 3).
Introducción
La Fe salva, si, pero ¿En qué consiste la Fe? Eso es lo que veremos a continuación, a fin de hacer las salvedades pertinentes a esta frase para que no hayan malos entendidos mediante preguntas reflexivas.
Somos salvos por la gracia de Cristo
Esta frase es un buen resumen del concepto que enmarca al capítulo 1 de Efesios.
No podemos salvarnos a nosotros mismos, sino que es Cristo que así lo dispone. Vemos este concepto en Mat 19, 23-26; Mar 10, 25-27 y Luc 18, 24-27 en los cuales difieren un poco las palabras utilizadas pero el concepto dado por Jesús es el mismo. Se trata de 2 testigos directos y 1 testigo que fue catequizado (San Lucas no estuvo en tiempos de Cristo como su apóstol sino que lo han instruido en la Fe y escribió su catequización en su libro). Las diferencias en las palabras utilizadas por los testigos directos realzan la verdad de los dichos en la Biblia, pues los recuerdos y percepciones de cada testigo puede variar un poco pero el “ángulo” que se relata es el mismo, una misma idea del hecho (sucede también en los casos judiciales).
El problema es ¿Quién es el rico? ¿Quién es el pobre? Pues a lo que se refería Cristo era del joven rico, que cuando Cristo le dijo que vendiera todos sus bienes y lo siguiera se puso triste y se fue.
Pero ¿Cuáles eran esos bienes que tenía el rico? Veremos que sus bienes eran muchos: Cumplía los mandamientos que la Ley marcaba. Y ¿Cuál era su error? Cristo le dijo que vendiera todos sus bienes y se los diera a los pobres; en otras palabras decirle a otras personas qué es lo que hacía para que sean salvo, anunciar el evangelio es lo que no hacía. A algunos se ve que les cuesta hacer esto por ser demasiado ricos, no quieren compartir sus bienes comportándose como tales. Pues no obedeciendo a Dios en su totalidad, hacen lo que quieren, entonces son tan ricos que Dios no les hace falta. Por este motivo Dios los despide vacíos a los ricos (Luc 1, 53).
La Fe no consiste sólo en obrar en el marco de la Ley ni sólo decir “creo en Cristo y me salvo” (sólo por decir “Si, ahi está”). Pues ya por el hecho de la Ley, tenemos un mandamiento que dice NO MATARÁS, habiendo gente que mata sin quitar la vida en forma tangible a la realidad de los ojos humanos, pero sí espiritualmente, pues matan en la Fe, así como la serpiente es el primer homicida (Jn 8, 44).
Con otro problema nos encontramos cuando escuchamos que sólo por creer (decir “sí, Cristo ha venido” a secas) ya estamos salvos, basándose en Jn 3:16-21 “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios.
Y el juicio está en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.
Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras.
Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios.»”
Pues para creer y guardar la Palabra hay que anunciarla de la forma más correcta posible, evitando grandes omisiones. Es decir, que debe sumar más de lo que resta lo que anunciamos. La pregunta será entonces ¿Por qué? Porque en Apo 22, 18-19 tenemos: “Yo advierto a todo el que escuche las palabras proféticas de este libro: «Si alguno añade algo sobre esto, Dios echará sobre él las plagas que se describen en este libro.
Y si alguno quita algo a las palabras de este libro profético, Dios le quitará su parte en el árbol de la Vida y en la Ciudad Santa, que se describen en este libro.»”. Es decir que el que agrega o quita contenido a la Biblia sólo agrega o quita para su condenación; por lo que debemos informarnos previamente de lo que vamos a transmitir a fin de evitar un daño mayor al bien que podemos generar (1Jn 3, 19) . Esto no debe generar un dilema en base a que si uno se expresa en cuestiones de Dios, sólo nos estamos condenando a nosotros mismos, pues la anunciación de la Palabra no funciona así. Lo que está en un solo libro de la Biblia es complementario con los demás libros afortunadamente. Pues así también funciona la Iglesia que Cristo fundó. Es decir, la Palabra de Dios fue escrita por varios hombres inspirados por Dios, dando verdades en cada libro que no fueron totales, sino que se van complementando un libro con otro. Por eso mismo, no se deben tener los conceptos aislados como verdades totales. De esta forma, podremos ver que tenemos Stg 5, 19-20 “Si alguno de vosotros, hermanos míos, se desvía de la verdad y otro le convierte, sepa que el que convierte a un pecador de su camino desviado, salvará su alma de la muerte y cubrirá multitud de pecados.”
En otras palabras podemos reafirmar lo siguiente: Lo que uno transmite (agregando o quitando) si ésto es cercano a la VERDAD (acerca a Dios) podemos salvar nuestra alma; de lo contrario, si alejamos a la gente de Dios, y esto sucede agregando o quitando diciendo cuestiones fuera de la VERDAD, nos estaremos condenando.
Es por ello, que debemos hallar LA VERDAD primero para poder transmitirla a los demás de la forma más fiel posible. Y la verdad se encuentra en una sola Iglesia (1Ti 3, 14-15: “Te escribo estas cosas con la esperanza de ir pronto donde ti; pero si tardo, para que sepas cómo hay que portarse en la casa de Dios, que es la Iglesia de Dios vivo, columna y fundamento de la verdad.”). Ahora bien, si hay una sola Iglesia del Dios vivo, columna y base de la verdad, ésta debe haber perdurado en el tiempo, pues el mismo Gamaliel, quien instruyó a Pablo que sabe mucho más que yo, dice en Hch 5, 35-39: “y les dijo: «Israelitas, mirad bien lo que vais a hacer con estos hombres.
Porque hace algún tiempo se levantó Teudas, que pretendía ser alguien y que reunió a su alrededor unos cuatrocientos hombres; fue muerto y todos los que le seguían se disgregaron y quedaron en nada.
Después de éste, en los días del empadronamiento, se levantó Judas el Galileo, que arrastró al pueblo en pos de sí; también éste pereció y todos los que le habían seguido se dispersaron.
Os digo, pues, ahora: desentendeos de estos hombres y dejadlos. Porque si esta idea o esta obra es de los hombres, se destruirá;pero si es de Dios, no conseguiréis destruirles. No sea que os encontréis luchando contra Dios.» Y aceptaron su parecer.”. Entonces por esta causa, la Iglesia de Cristo tiene que tener 2000 años de edad, pues si Cristo es Dios, entonces la Iglesia que fundó perduró en todo este tiempo. Si decimos que una Iglesia es la verdadera teniendo 200 años a lo más, es porque estaremos diciendo que Cristo, no era Dios consecuentemente. Por eso mismo, el lector deberá cerciorarse de la antigüedad de la Iglesia a la que pertenece, pues es un detalle no menos que MUY IMPORTANTE para determinar si se encuentra en la verdad o en la mentira. Para que con ello, pueda llevar la Palabra de Dios de la forma más correcta posible, acercando a la gente a Dios, y no alejándola con mentiras y fábulas judáicas (1Ti 1, 13-16).
Veremos en Mat 12, 28-33 que Cristo resume todos los mandamientos en sólo dos: Amarás a Dios por sobre todas las cosas y Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Podremos preguntarnos ahora ¿Cómo se unen estos dos mandamientos a su vez, es posible? La respuesta sería la siguiente: anunciando la Palabra de Dios (vender todos los bienes que uno tiene para dárselo a los pobres) de forma correcta, se estará amando a Dios por cumplir su mandato y se estará amando al prójimo por reprenderle si está desviado (pues no hay amor sin reprensión para que se enmiende) y le incrementará su saber si no lo estuviera, de esta forma somos salvos.
¿Este nuevo resumen lo dice una persona o está en la Biblia? La respuesta es que está en la Biblia. Pues el mismo San Rafael, fue enviado por Dios para decir estas palabras: (Tob 12, 6-11) “Entonces Rafael llevó aparte a los dos y les dijo: «Bendecid a Dios y proclamad ante todos los vivientes los bienes que os ha concedido, para bendecir y cantar su Nombre. Manifestad a todos los hombres las acciones de Dios, dignas de honra, y no seáis remisos en confesarle.
Bueno es mantener oculto el secreto del rey y también es bueno proclamar y publicar las obras gloriosas de Dios. Practicad el bien y no tropezaréis con el mal.
«Buena es la oración con ayuno; y mejor es la limosna con justicia que la riqueza con iniquidad. Mejor es hacer limosna que atesorar oro.
La limosna libra de la muerte y purifica de todo pecado. Los limosneros tendrán larga vida.
Los pecadores e inicuos son enemigos de su propia vida.
«Os voy a decir toda la verdad, sin ocultaros nada. Ya os he manifestado que es bueno mantener oculto el secreto del rey y que también es bueno publicar las obras gloriosas de Dios.” y también se encuentra en Sal 92, 14-15
La limosna no necesariamente es darle dinero a aquel que lo pide, eso está bien, pero también refiere a los pequeños aportes para llevar la Palabra de Dios, pues libra de la muerte y purifica de todo pecado. Y si lo dice Rafael, al menos de mi parte le haré caso, pues quien no le hace caso, no sólo a Rafael se le desobedece sino a quien lo ha enviado.
Conclusiones:
1) Anunciando de forma correcta la Palabra de Dios se tienen menos en cuenta los pecados y se cumple con toda la Ley, pues lo que anunciamos, necesariamente debemos hacerlo también nosotros por predicar con el ejemplo, instrucción dada por Cristo y muy dura de entendimiento para algunos (Jn 13. 14-19).
2) Podemos corroborar que la fe sin obras es una fe muerta leyendo Santiago capítulo 2, donde se explica esta cuestión con otras palabras.
3) Tener presente que anunciar la palabra equivocada sólo lleva a agregar o quitar para nuestra propia condenación, por lo que debemos buscar primero cual es la VERDADERA PALABRA.
4) Tener presente, a su vez, que si Cristo fundó una Iglesia, la misma con toda su estructura debe haber perdurado en el tiempo, y que EN ELLA ESTÁ LA VERDAD.
5) Teniendo en cuenta el punto anterior, no hay que asustarse con escándalos que pudieran haber en la Iglesia que Cristo fundó, pues aunque haya que combatir las cuestiones que sean malignas, ÉSTAS TAMBIÉN SON PARTE DE LA VERDAD PORQUE NO SE OCULTAN. De hecho, en la Biblia también hay múltiples casos de escándalos y no fueron omitidos en la misma en sus relatos: El escándalo de las críticas de los recursos del Vaticano: Jn 12, 4-6 (no, no le interesaban los pobres). También personas que cercanas a la Iglesia combaten sus principios fundamentales 2Ti 4, 14-18; o que se menosprecie la juventud dentro de la misma (1Ti 4, 10-16), entre otras cuestiones.
6) Debemos tener presente que al momento de anunciar el Evangelio nosotros no convertimos a nadie, simplemente endurecemos corazones y los dejamos ciegos (Is 6 completo), pues es el Señor quien eventualmente se encarga después si así lo dispone (Jdt 8, 27; 2Pe 1, 19; Efe 1, 17-18 entre otros). Simplemente nos toca hacer la advertencia y hasta ahí se acabó nuestras responsabilidades (Eze 3).