El presente, es un texto de elaboración propia, a fin de que se de a conocer el porque en la Iglesia Católica hay un sacramento de la confesión. A fin de que aquellas denominaciones de los que saben mucho de Biblia, confirmen su fe, o confirmen que no se encuentran en el lugar correcto.
Algunas citas que dicen algunos a fin de mantenerse en contra del sacramento de la confesión, sin tener presente que bajo el Antiguo Testamento tenemos Lev capítulos 4 al 7 que refiere a la confesión de pecados ante un sacerdote por medio del sacrificio de animales, debiendo confesar sus faltas. Las mismas son:
Jer 17:5 Así dice Yahveh: Maldito sea aquel que fía en hombre, y hace de la carne su apoyo, y de Yahveh se aparta en su corazón.
Jer 17:6 Pues es como el tamarisco en la Arabá, y no verá el bien cuando viniere. Vive en los sitios quemados del desierto, en saladar inhabitable.
Jer 17:7 Bendito sea aquel que fía en Yahveh, pues no defraudará Yahveh su confianza.
Jer 17:8 Es como árbol plantado a las orillas del agua, que a la orilla de la corriente echa sus raíces. No temerá cuando viene el calor, y estará su follaje frondoso; en año de sequía no se inquieta ni se retrae de dar fruto.
Jer 17:9 El corazón es lo más retorcido; no tiene arreglo: ¿quién lo conoce?
Jer 17:10 Yo, Yahveh, exploro el corazón, pruebo los riñones, para dar a cada cual según su camino, según el fruto de sus obras.
En Jeremías, dice en la Reina Valera el término "confía" en lugar de "fía" como dice la Biblia de Jerusalén. El significado es el mismo igualmente. Debemos hacer la aclaratoria de esta maldición de Dios, pues son 3 requisitos para alcanzarla: 1) Confiar en un hombre. 2) Poner su apoyo en un mortal y 3) Apartarse de Dios. Deben suceder las 3 cosas a la vez. De lo contrario, católicos y no católicos, serían malditos igualmente (no es por confiar en un hombre solamente).
Otra cita que suele utilizarse para mantenerse contra el sacramento de la confesión:
Sal 32:1 ¡Dichoso el que es perdonado de su culpa, y le queda cubierto su pecado!
Sal 32:2 Dichoso el hombre a quien Yahveh no le cuenta el delito, y en cuyo espíritu no hay fraude.
Sal 32:3 Cuando yo me callaba, se sumían mis huesos en mi rugir de cada día,
Sal 32:4 mientras pesaba, día y noche, tu mano sobre mí; mi corazón se alteraba como un campo en los ardores del estío. Pausa.
Sal 32:5 Mi pecado te reconocí, y no oculté mi culpa; dije: «Me confesaré a Yahveh de mis rebeldías.» Y tú absolviste mi culpa, perdonaste mi pecado. Pausa.
Sal 32:6 Por eso te suplica todo el que te ama en la hora de la angustia. Y aunque las muchas aguas se desborden, no le alcanzarán.
Aclaratoria: Sabiendo que en el Levítico no hay otra forma de confesar los pecados si no es ante un sacerdote, David escribe que se confiesa ante Dios de sus rebeldías, pues respetando la indicación de cómo confesar los pecados dada por Dios, se confiesa ante Dios. Es muy importante igualmente tener presente esta forma de expresión, pues en el Nuevo Testamento, se vuelve a utilizar, y esto causa la confusión en algunos.
Algunas citas a favor (no porque las anteriores sean en contra en si, porque son también a favor, pero las siguientes ilustran un poco más este tema):
Hch 19:15 Pero el espíritu malo les respondió: «A Jesús le conozco y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois?»
Hch 19:16 Y arrojándose sobre ellos el hombre poseído del mal espíritu, dominó a unos y otros y pudo con ellos de forma que tuvieron que huir de aquella casa desnudos y cubiertos de heridas.
Hch 19:17 Llegaron a enterarse de esto todos los habitantes de Éfeso, tanto judíos como griegos. El temor se apoderó de todos ellos y fue glorificado el nombre del Señor Jesús.
Hch 19:18 Muchos de los que habían creído venían a confesar y declarar sus prácticas.
Hch 19:19 Bastantes de los que habían practicado la magia reunieron los libros y los quemaron delante de todos. Calcularon el precio de los libros y hallaron que subía a 50.000 monedas de plata.
Hch 19:20 De esta forma la Palabra del Señor crecía y se robustecía poderosamente.
Aclaratoria de este pasaje: Leer capítulo entero (sólo hacemos un extracto para indicar lo más importante) Pero habían varios que practicaban la hechicería. Cuando la población se entera que el demonio respetaba a Dios, o bien, también a Pablo (sacerdote, Obispo), pero a extraños, no; muchos fueron a CONFESAR SUS PRÁCTICAS (no sólo refiere a la hechicería, sino a TODAS SUS PRÁCTICAS). ¿Con quién? con los Apóstoles.
Otra cita:
2Co 5:14 Porque el amor de Cristo nos apremia al pensar que, si uno murió por todos, todos por tanto murieron.
2Co 5:15 Y murió por todos, para que ya no vivan para sí los que viven, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
2Co 5:16 Así que, en adelante, ya no conocemos a nadie según la carne. Y si conocimos a Cristo según la carne, ya no le conocemos así.
2Co 5:17 Por tanto, el que está en Cristo, es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo.
2Co 5:18 Y todo proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación.
2Co 5:19 Porque en Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo, no tomando en cuenta las transgresiones de los hombres, sino poniendo en nosotros la palabra de la reconciliación.
2Co 5:20 Somos, pues, embajadores de Cristo, como si Dios exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os suplicamos: ¡reconciliaos con Dios!
2Co 5:21 A quien no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que viniésemos a ser justicia de Dios en él.
En el versículo 18 de este último pasaje, para que haya un ministerio de la reconociliación, es porque alguien ministra ese ministerio. No hay otra opción.
Mar 2:6 Estaban allí sentados algunos escribas que pensaban en sus corazones:
Mar 2:7 «¿Por qué éste habla así? Está blasfemando. ¿Quién puede perdonar pecados, sino Dios sólo?»
Sabiendo que aquellos escribas eran judíos, y nuevamente refieren a que Dios perdona los pecados, y tenían que hacerlo ante un sacerdote, porque así lo había dispuesto Dios. De la misma forma sucede en el Nuevo Testamento. Pues así Dios lo había indicado. No es el sacerdote quien perdona los pecados, sino Dios, teniendo al sacerdote como embajador de Cristo, quien perdona los pecados.
Jua 20:21 Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío.»
Jua 20:22 Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo.
Jua 20:23 A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»
Con la garantía del Espíritu Santo en el sacerdote, Dios dispuso que haya sacerdotes en el Nuevo Testamento para ministrar el sacramento de la reconciliación.
Tristemente, debemos repetir las palabras de Pablo:
Hch 20:29 «Yo sé que, después de mi partida, se introducirán entre vosotros lobos crueles que no perdonarán al rebaño;
Hch 20:30 y también que de entre vosotros mismos se levantarán hombres que hablarán cosas perversas, para arrastrar a los discípulos detrás de sí.
Hch 20:31 Por tanto, vigilad y acordaos que durante tres años no he cesado de amonestaros día y noche con lágrimas a cada uno de vosotros.
Hch 20:32 «Ahora os encomiendo a Dios y a la Palabra de su gracia, que tiene poder para construir el edificio y daros la herencia con todos los santificados.
Esperamos que no estén con esos lobos crueles que dicen "que no hay pecado" o "que no hay que confesarse ante un sacerdote".
Para terminar:
Sir 4:25 A la verdad no contradigas, mas ruborízate de no estar educado.
Sir 4:26 No te avergüences de confesar tus pecados, no te opongas a la corriente del río.
No encontramos ninguna cita que refiera a que el sacerdocio no existe más, o dejará de existir, o que no hay pecados.
1Jn 1:5 Y este es el mensaje que hemos oído de él y que os anunciamos: Dios es Luz, en él no hay tiniebla alguna.
1Jn 1:6 Si decimos que estamos en comunión con él, y caminamos en tinieblas, mentimos y no obramos la verdad.
1Jn 1:7 Pero si caminamos en la luz, como él mismo está en la luz, estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos purifica de todo pecado.
1Jn 1:8 Si decimos: «No tenemos pecado», nos engañamos y la verdad no está en nosotros.
1Jn 1:9 Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es él para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia.
1Jn 1:10 Si decimos: «No hemos pecado», le hacemos mentiroso y su Palabra no está en nosotros.]
Algunas citas que dicen algunos a fin de mantenerse en contra del sacramento de la confesión, sin tener presente que bajo el Antiguo Testamento tenemos Lev capítulos 4 al 7 que refiere a la confesión de pecados ante un sacerdote por medio del sacrificio de animales, debiendo confesar sus faltas. Las mismas son:
Jer 17:5 Así dice Yahveh: Maldito sea aquel que fía en hombre, y hace de la carne su apoyo, y de Yahveh se aparta en su corazón.
Jer 17:6 Pues es como el tamarisco en la Arabá, y no verá el bien cuando viniere. Vive en los sitios quemados del desierto, en saladar inhabitable.
Jer 17:7 Bendito sea aquel que fía en Yahveh, pues no defraudará Yahveh su confianza.
Jer 17:8 Es como árbol plantado a las orillas del agua, que a la orilla de la corriente echa sus raíces. No temerá cuando viene el calor, y estará su follaje frondoso; en año de sequía no se inquieta ni se retrae de dar fruto.
Jer 17:9 El corazón es lo más retorcido; no tiene arreglo: ¿quién lo conoce?
Jer 17:10 Yo, Yahveh, exploro el corazón, pruebo los riñones, para dar a cada cual según su camino, según el fruto de sus obras.
En Jeremías, dice en la Reina Valera el término "confía" en lugar de "fía" como dice la Biblia de Jerusalén. El significado es el mismo igualmente. Debemos hacer la aclaratoria de esta maldición de Dios, pues son 3 requisitos para alcanzarla: 1) Confiar en un hombre. 2) Poner su apoyo en un mortal y 3) Apartarse de Dios. Deben suceder las 3 cosas a la vez. De lo contrario, católicos y no católicos, serían malditos igualmente (no es por confiar en un hombre solamente).
Otra cita que suele utilizarse para mantenerse contra el sacramento de la confesión:
Sal 32:1 ¡Dichoso el que es perdonado de su culpa, y le queda cubierto su pecado!
Sal 32:2 Dichoso el hombre a quien Yahveh no le cuenta el delito, y en cuyo espíritu no hay fraude.
Sal 32:3 Cuando yo me callaba, se sumían mis huesos en mi rugir de cada día,
Sal 32:4 mientras pesaba, día y noche, tu mano sobre mí; mi corazón se alteraba como un campo en los ardores del estío. Pausa.
Sal 32:5 Mi pecado te reconocí, y no oculté mi culpa; dije: «Me confesaré a Yahveh de mis rebeldías.» Y tú absolviste mi culpa, perdonaste mi pecado. Pausa.
Sal 32:6 Por eso te suplica todo el que te ama en la hora de la angustia. Y aunque las muchas aguas se desborden, no le alcanzarán.
Aclaratoria: Sabiendo que en el Levítico no hay otra forma de confesar los pecados si no es ante un sacerdote, David escribe que se confiesa ante Dios de sus rebeldías, pues respetando la indicación de cómo confesar los pecados dada por Dios, se confiesa ante Dios. Es muy importante igualmente tener presente esta forma de expresión, pues en el Nuevo Testamento, se vuelve a utilizar, y esto causa la confusión en algunos.
Algunas citas a favor (no porque las anteriores sean en contra en si, porque son también a favor, pero las siguientes ilustran un poco más este tema):
Hch 19:15 Pero el espíritu malo les respondió: «A Jesús le conozco y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois?»
Hch 19:16 Y arrojándose sobre ellos el hombre poseído del mal espíritu, dominó a unos y otros y pudo con ellos de forma que tuvieron que huir de aquella casa desnudos y cubiertos de heridas.
Hch 19:17 Llegaron a enterarse de esto todos los habitantes de Éfeso, tanto judíos como griegos. El temor se apoderó de todos ellos y fue glorificado el nombre del Señor Jesús.
Hch 19:18 Muchos de los que habían creído venían a confesar y declarar sus prácticas.
Hch 19:19 Bastantes de los que habían practicado la magia reunieron los libros y los quemaron delante de todos. Calcularon el precio de los libros y hallaron que subía a 50.000 monedas de plata.
Hch 19:20 De esta forma la Palabra del Señor crecía y se robustecía poderosamente.
Aclaratoria de este pasaje: Leer capítulo entero (sólo hacemos un extracto para indicar lo más importante) Pero habían varios que practicaban la hechicería. Cuando la población se entera que el demonio respetaba a Dios, o bien, también a Pablo (sacerdote, Obispo), pero a extraños, no; muchos fueron a CONFESAR SUS PRÁCTICAS (no sólo refiere a la hechicería, sino a TODAS SUS PRÁCTICAS). ¿Con quién? con los Apóstoles.
Otra cita:
2Co 5:14 Porque el amor de Cristo nos apremia al pensar que, si uno murió por todos, todos por tanto murieron.
2Co 5:15 Y murió por todos, para que ya no vivan para sí los que viven, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
2Co 5:16 Así que, en adelante, ya no conocemos a nadie según la carne. Y si conocimos a Cristo según la carne, ya no le conocemos así.
2Co 5:17 Por tanto, el que está en Cristo, es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo.
2Co 5:18 Y todo proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación.
2Co 5:19 Porque en Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo, no tomando en cuenta las transgresiones de los hombres, sino poniendo en nosotros la palabra de la reconciliación.
2Co 5:20 Somos, pues, embajadores de Cristo, como si Dios exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os suplicamos: ¡reconciliaos con Dios!
2Co 5:21 A quien no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que viniésemos a ser justicia de Dios en él.
En el versículo 18 de este último pasaje, para que haya un ministerio de la reconociliación, es porque alguien ministra ese ministerio. No hay otra opción.
Mar 2:6 Estaban allí sentados algunos escribas que pensaban en sus corazones:
Mar 2:7 «¿Por qué éste habla así? Está blasfemando. ¿Quién puede perdonar pecados, sino Dios sólo?»
Sabiendo que aquellos escribas eran judíos, y nuevamente refieren a que Dios perdona los pecados, y tenían que hacerlo ante un sacerdote, porque así lo había dispuesto Dios. De la misma forma sucede en el Nuevo Testamento. Pues así Dios lo había indicado. No es el sacerdote quien perdona los pecados, sino Dios, teniendo al sacerdote como embajador de Cristo, quien perdona los pecados.
Jua 20:21 Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío.»
Jua 20:22 Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo.
Jua 20:23 A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»
Con la garantía del Espíritu Santo en el sacerdote, Dios dispuso que haya sacerdotes en el Nuevo Testamento para ministrar el sacramento de la reconciliación.
Tristemente, debemos repetir las palabras de Pablo:
Hch 20:29 «Yo sé que, después de mi partida, se introducirán entre vosotros lobos crueles que no perdonarán al rebaño;
Hch 20:30 y también que de entre vosotros mismos se levantarán hombres que hablarán cosas perversas, para arrastrar a los discípulos detrás de sí.
Hch 20:31 Por tanto, vigilad y acordaos que durante tres años no he cesado de amonestaros día y noche con lágrimas a cada uno de vosotros.
Hch 20:32 «Ahora os encomiendo a Dios y a la Palabra de su gracia, que tiene poder para construir el edificio y daros la herencia con todos los santificados.
Esperamos que no estén con esos lobos crueles que dicen "que no hay pecado" o "que no hay que confesarse ante un sacerdote".
Para terminar:
Sir 4:25 A la verdad no contradigas, mas ruborízate de no estar educado.
Sir 4:26 No te avergüences de confesar tus pecados, no te opongas a la corriente del río.
No encontramos ninguna cita que refiera a que el sacerdocio no existe más, o dejará de existir, o que no hay pecados.
1Jn 1:5 Y este es el mensaje que hemos oído de él y que os anunciamos: Dios es Luz, en él no hay tiniebla alguna.
1Jn 1:6 Si decimos que estamos en comunión con él, y caminamos en tinieblas, mentimos y no obramos la verdad.
1Jn 1:7 Pero si caminamos en la luz, como él mismo está en la luz, estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos purifica de todo pecado.
1Jn 1:8 Si decimos: «No tenemos pecado», nos engañamos y la verdad no está en nosotros.
1Jn 1:9 Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es él para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia.
1Jn 1:10 Si decimos: «No hemos pecado», le hacemos mentiroso y su Palabra no está en nosotros.]